miércoles, 8 de septiembre de 2010

En la sombra está a salvo...

...y se calló.

Es el precio de subir a lo más alto, de imaginar que la cima es la gran meta soñada, de creer por un momento que es tuya, cual fuerza te da saber que todo lo que intentas hacer es un paso que te acerca a la felicidad que en ese momento te ofrece lo que un día quisiste poner en aquel gran lugar... por el que ahora maldices.

Te vuelves a caer.

Por muy sabios que fueran los mismos sabios que pronunciaran tales frases para hacer crecer la especie humana, la única especie con razón y corazón pensante, seguimos en el mismo lugar. Sin avanzar siquiera un paso por delante de nuestro pasado.




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No son coincidencias, no es el tiempo, ni son las personas, ni es mi circunstancia. Aunque no culpe aún lo que me pasa, para mi es inevitable pensar de forma extraña.

Lo único que nos hace humildes, es la ilusión que ponemos sobre las cosas que nos hacen sentir bien. Pero, ¿qué hay de quien o el que rompe esas ilusiones? Luego como se reconstruyen... Estoy tan harta de juntar piedras para volver a empezar con los cimientos de mis sueños, tan harta de llegar tan alto, apunto de alcanzar mi voluntad, tan harta de que todo sea tan perfecto... SI AL FINAL ALGO O ALGUIEN LO DESTRUYE!!!

Quién me enseñó a ser fuerte, ya no está conmigo. Y aferrarme al pasado fue la peor decisión que he tomado en toda mi vida, por ello pague años de soledad, aunque no hayan saciado aprendí, que el presente es lo único que tenemos y que si no contamos los pasos, nadie lo hará por nosotros. Muchas veces oirás, que aunque caigas, te tendrás que levantar...



...cada vez tengo menos ganas de levantarme. Son tantas las veces, como piedras desparramadas... incluso parece que se hayan caído lejos, y que cueste volver a buscarlas. ¿Cuántas veces tendré que recogerlas para por fin acabar con mi tarea?

No es ético pensar en cosas malas. Tampoco es ético que te engañen para sacarte una sonrisa y sin embargo nos hace seguir adelante.

Entonces, ¿por qué Descartes insistió en que dudar era la mejor opción que tenía el ser humano sobre los sueños? ¿Es que él acaso sabía que podían salir mal? Y si lo sabía, ¿cómo sabia que TODOS saldrían mal?


A mi ya no me quedan sueños... bueno, quizás uno. Pero de que serviría, tarde o temprano mi montañita volverá a caer.

Si me rindiese, le daría alas a aquel que me las quitó a mí. Y si lucho, mi cuerpo y la metralla serían directamente proporcional al daño ejercido en ellas...

¿Que haría Federico en mi lugar? Un necio nihilista podría tener la respuesta a todas estas preguntas... un necio, que no hubiera muerto en un psiquiátrico.

Supongo que, tardaré en recuperarme, pero como todo es siempre igual, al final, volveré a sonreír. Aunque esa sonrisa oculte toda una lúgubre trayectoria moral...





Reflexionando... en algún lugar.

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