En tu mundo, no hay nadie mejor que tú. -Dijo una vez.

Cuanta razón tenía. Y que poco caso le hice...




























¿Cuánto estás dispuesto a pagar para ser feliz? ¿Cuánto eres capaz de dejar para sonreir? Por muchas preguntas que te hagas, siempre obtienes la misma respuesta: no lo sé.

Si. Si que lo sabes. Lo que no sabes es porque eres capaz de todo aquello con tal de ocultar lo que te ha obligado toda esta vida a ser normal. Sobresaliente no nace cualquiera y quien intenta serlo, como yo, acaba haciendose daño. Si pudieramos pensar un segundo, antes de cojer la mochila y marchar, acabariamos en las faldas de mamá.

Ojalá hubiera vuelto mamá. Ojalá nunca me vuelva a pasar... y pasará. Todos sabemos que pasará.

Que triste es el ser humano. Único ser racional, único ser mediocre. A donde vamos a llegar. ¿Qué es lo que espera nuestra especie que hagamos? ¿Que seamos mejores? ¿Que dijievolucionemos? Pero a que precio... ¿Cuánto tenemos que dar para obtener el mismo resultado? ¿Cuántas veces negaste la posibilidad por miedo, y asumiste el error con el rabo entre las piernas?

Apenas puedo acabar una frase sin empezarla antes con un interrogante. Por más que intento en no pensar, de mí sólo salen ideas trágicas. Ideas terribles de una mente terrible hundida en el más terrible infierno. ¿Y cómo hago para no llorar...? Para aferrarme a esa ramita y soñar... volver a soñar.

Ya no puedo hacer eso, no puedo engañarme más. No soy el tipo de persona que se humilla y grita piedad. No quiero serlo y si aún así eso me diera la libertad, creo que jamás lo haria. No acepto lo que soy pero tampoco intento empeorar mi autoestima. Intento perderme en la inmensidad que me ofrece este terrible mundo, puesto para hacer daño, increible contradicción. Apenas puedo saber lo que me deparará, apenas puedo ya soñar como antes.

Quisiera por un momento desaparecer, y no, esta vez no volver.